Más ingresos no significan necesariamente más rentabilidad. Pero ¿y si caen nuestros ingresos también lo hará la rentabilidad? Probablemente. Esta idea se puede intuir, por ejemplo, por lo dicho por el nuevo presidente de la asociación Ganvam, Raúl Palacios, en un reciente encuentro con periodistas.
Palacios, en dicho encuentro, hizo un repaso a la actualidad del sector y recordó el momento nada positivo que viven los concesionarios, cuya rentabilidad en el primer trimestre se situó en el 0,7%, “el peor arranque de curso desde que en 2014 se dejaran atrás los números rojos, por lo que la tendencia apunta a que el año se cerrará en el entorno del 0%, frente al 1,7% de 2018”.
¿Tiene fundamento esta reflexión? En este periodo (los tres primeros meses del año) las matriculaciones de turismos y todoterrenos registraron una caída del 6,9% respecto al mismo periodo de 2018. Esto tuvo su reflejo en los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en cuanto a la ‘Venta y reparación de vehículos de motor y motocicletas’ en ese mismo periodo.
Según estos datos, la cifra de negocio (facturación) de las empresas de este sector de actividad se apuntó un crecimiento en el primer trimestre del año hasta situarse en el +0,6%. Esta cifra es ligeramente inferior al contrastar los datos respecto a marzo de 2018, situándose dicha subida interanual en dos décimas menos: el 0,4%.
Mejor 1er trimestre para la ‘reparación’ de vehículos
No obstante, si desglosamos dicha facturación de la categoría de ‘Venta y reparación de vehículos de motor y motocicletas’ que establece el INE, en las subcategorías de ‘Venta de vehículos, motocicletas y recambios’, por un lado, y ‘Mantenimiento y reparación de vehículos de motor’, por otro, encontramos significativas diferencias.
De esta forma, mientras que en los tres primeros meses del año la actividad de los talleres se apuntó un incremento del 5,3%, la venta de vehículos registró una variación del 0%. Asimismo, también existen diferencias para esas dos subcategorías de ‘venta’ y ‘reparación’, si tenemos en cuenta la variación de los ingresos respecto a marzo de 2018. En este caso, mientras la cifra de negocio de los talleres alcanzó una subida del 4,8%, la facturación de la venta de vehículos retrocedió una décima.
En resumen, el sector de la ‘venta’ de vehículos (es decir, aquellos negocios cuya principal actividad se centra en ella) cerró el primer trimestre con un crecimiento 0 de sus ingresos y una caída del 0,1% comparando los primeros trimestres de 2018 y 2019, lo que podría respaldar lo afirmado por el presidente de Ganvam si se mantuviera esta tendencia hasta el final del ejercicio.
No obstante, como ya hemos contado en el blog del Club del Taller, no sólo la facturación influye en la rentabilidad de los negocios. Por ello, es muy importante efectuar una gestión eficiente que nos ayude a contrarrestar una posible caída de las ventas.
Aunque en el caso de los talleres, a tenor de los datos del INE, esa situación no se estaría produciendo, no sería inteligente perder de vista ni nuestra eficiencia ni nuestra productividad si queremos seguir mejorando nuestra rentabilidad.
Cómo mejorar la rentabilidad en el taller
Así, conviene seguir trabajando en mejorar aquellos factores que ayudan a incrementar la rentabilidad del taller de reparación: además de aumentar el volumen de ventas —cuidado con la calidad de nuestro servicio y la satisfacción de nuestros clientes—, tendremos que gestionar mejor las compras, reducir los costes, incrementar el margen de beneficios, analizar la rentabilidad por servicio ofrecido… (recuerda los detalles en este post).
Para ello, es fundamental utilizar la tecnología adecuada. Y es que, para llevar a la práctica toda esta lista de “buenas prácticas” orientadas a incrementar la rentabilidad de un taller, es imprescindible. Primero, porque aporta la información necesaria para tomar decisiones acertadas y, segundo, porque evita tener que destinar tiempo y recursos (ahorro de costes) a la realización de tareas que, perfectamente pueden ser automatizadas, ganando tiempo y reduciendo errores.
De este modo, la tecnología impulsa la eficiencia de los procesos internos y, con ello, la productividad. Esto permite destinar tiempo a la realización de tareas que realmente aporten valor como, además de a la operativa diaria, a la planificación más efectiva de objetivos estratégicos, a la formación y el networking…