La transformación digital de las empresas se ha situado en el centro de las estrategias corporativas, con un enfoque trasversal, que implica a todos y cada uno de los departamentos y profesionales de una organización.
De este modo, la capacidad que tengan los negocios, también los de reparación de vehículos, para sumarse a la llamada cuarta revolución industrial determinará sus posibilidades de competir y sobrevivir en el mercado en un plazo de entre cinco y diez años.
Y, todo ello, sobre un principio básico: no se trata solo de automatizar procesos y tareas ya existentes, sino también innovar para optimizar la gestión, la producción, y la relación con empleados, clientes y proveedores, generando nuevos modelos de trabajo y de negocio.
Competitividad y liderazgo
En pocas palabras, la digitalización significa competitividad, crecimiento, innovación, liderazgo y empleo. Y es que se ha demostrado que las empresas que abrazan la transformación digital de sus negocios mejoran en aspectos como reputación, la imagen, calidad de servicios, valor añadido y reducción de costes.
Todos estos beneficios no son sólo percepciones sino que tiene traslación a datos tangibles. Según Siemens, las empresas industriales pueden mejorar su productividad por encima del 8%, ahorrarse un 12% en costes energéticos y reducir más de un 5% los gastos ligados al mantenimiento abordando proyectos que incluyan cloud computing. Y, según Ibermática, las empresas industriales que han realizado ya su proceso de transformación digital han aumentado sus ingresos un 10% y reducido sus costes un 30%.
Recientemente, Pascual Dedios-Pleite, director de la Factoría Digital de Siemens. El también presidente de Siemens Industry Software para España y Portugal, aseguraba en un foro sobre digitalización que “el que no se suba ya al tren (de la digitalización), lo va a pasar muy mal”,
Resistencia a la transformación digital
Asimismo señaló que dos principales factores que explican el retraso de España respecto a otras economías en la transformación digital son la resistencia al cambio cultural en la organización y los costes.
En este sentido, sí es cierto que el proceso de transformación digital es complejo en empresas tradicionales que han trabajado durante muchos años con procesos analógicos, que cuesta cambiar. Sin embargo, ‘abrazar’ la industria 4.0 es una oportunidad de negocio; no es una moda, sino una necesidad. Por eso es importante contar con el socio adecuado para llevar a cabo este proceso de la mejor manera posible.
Por otro lado, también está constatado que la necesidad de invertir recursos para acometer dicha transformación digital hace que muchos talleres sean reticentes a adoptarla en sus negocios. Sin embargo, la amortización de las inversiones en digitalización —cuya estrategia debe plantearse a medio y largo plazo—, se alcanza con una media de dos años en las empresas, según los expertos.
Digitalizar los procesos y poner al cliente en el centro del negocio para adaptarse a sus necesidades serán dos de los grandes retos a los que los talleres de reparación están teniendo que hacer frente ya. Son la punta del iceberg de los cambios que sufrirá el sector en los próximos años y que obligará a un esfuerzo extra a los negocios que quieran mantenerse en el mercado.